TRIGESIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

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TRIGESIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

ANTES DE COMENZAR:

Ora y pídele a Dios que te hable a través de Su Espíritu Santo. “EL ESPIRITU SANTO INTERPRETE, QUE EL PADRE LES ENVIARA EN MI NOMBRE, LES VA A ENSEÑAR TODAS LAS COSAS Y LES RECORDARA TODAS MIS PALABRAS.”  (JUAN 14:26)

PRIMER DIA                       Vuelve a leer las lecturas de la semana pasada.

  1. ¿Cuál fue el mensaje qué recibiste de la homilía o de las lecturas que oíste en misa el domingo?
  1. ¿De lo que aprendiste, qué escogiste para aplicar a tu vida esta semana?

SEGUNDO DIA                                           ECLESIASTICO 35:12-14, 16-18                     PRIMERA LECTURA

                                                           (“El que sirve a Dios con todo su corazón es oido.”)

  1. ¿Cómo es el Señor y qué es lo que no toma en cuenta? Eclesiástico 35:12
  1. ¿Qué es lo que no acepta? Deuteronomio 10:17 y 2 Crónicas 19:7
  1. ¿Por qué Dios no tiene favoritos? Job 34:19

Personal – ¿Cómo le haces para tratar a los de tu familia, de tu iglesia o de tu trabajo sin demostrar favoritismo? ¿Por qué crees que debes hacerlo así?

  1. ¿De quién escucha la oración? Eclesiástico 35:13
  1. ¿Y a la súplica de quién no se hace sordo? Eclesiástico 35:14
  1. ¿De quién escucha el Señor el clamor y a quién no debemos dañar? Exodo 22:21-22
  1. ¿Quién es oido y qué llega hasta las nubes? Eclesiástico 35:16
  1. ¿Qué es lo que traspasa la oración del humilde? ¿Qué pasa mientras ésta no llega a su destino?    Eclesiástico 35:17
  1. ¿Qué es lo que no hace la oración del humilde hasta que el Altísimo responde? Eclesiástico 35:18
  1. ¿Qué hace el juez Altísimo y a quién les restablece su derecho?  

 Personal – ¿De qué manera ha contestado Dios tu oración con justicia? ¿De qué modo te ha restablecido?

 

TERCER DIA                                                     2 TIMOTEO 4:6-8, 16-18                            SEGUNDA LECTURA

                                                (“El Señor en cambio estuvo a mi lado, llenándome de fuerza.”)

 

  1. ¿Quién habla, a quién le habla en 2 Timoteo 4:6-8, 16-18? 2 Timoteo 1:1-2

 

  1. ¿Qué dijo que le estaba pasando y de qué le llegaba la hora? 2 Timoteo 4:6

 

  1. ¿Qué había combatido y qué había terminado, siempre fiel a qué? 2 Timoteo 4:7

 

  1. ¿Cuál era el ministerio de Pablo? Hechos 20:24

 

  1. ¿Qué le espera de ahora en adelante? ¿Cómo llama al Señor? ¿Qué le pasará a Pablo y a todos los que anhelaron la venida gloriosa del Señor? 2 Timoteo 4:8

 

  1. ¿Qué le pasó a Pablo la primera vez que presentó su defensa? ¿Qué pidió que no sucediera?       2 Timoteo 4:16

 

  1. ¿Quién estuvo a su lado y qué le dió? 2 Timoteo 4:17

 

  1. ¿De qué no debemos preocuparnos? ¿Y por que razón? Mateo 10:19-20

 

  1. ¿Cómo quedó Pablo libre de la boca del león? 2 Timoteo 4:17

 

  1. ¿Qué continuará haciendo el Señor y a dónde lo llevará? 2 Timoteo 4:18

 

  1. ¿A quién se le dará toda la gloria? 2 Timoteo 4:18 y  Romanos 16:27

 

Personal – ¿Cómo reaccionas cuando tus amigos o familiares te abandonan por qué defiendes tu fe? ¿En dónde buscas la fortaleza durante la crisis?  Hebreos 13:6

 

CUARTO DIA                                                              LUCAS 18:9-14                                                       EVANGELIO

(“Dios mio ten piedad de mí que soy un pecador.”)

 

  1. ¿A quién dirije el Señor esta parábola? Lucas 18:9

 

  1. ¿De qué se las dan algunos hombres? ¿Qué es lo que Dios conoce? Lucas 16:15

 

  1. ¿Quiénes eran los dos hombres que subieron al templo a orar? ¿Cómo estaba el fariseo mientras   oraba? Lucas 18:10-11

 

  1. ¿De qué daba gracias el fariseo? ¿A quién dijo que no se parecía? ¿Qué dijo que hacía? Lc. 18:11-12

 

  1. ¿Cuáles son las tres cosas que son importantes a los ojos del Señor, sin descuidar las otras?    Mateo 23:23

 

  1. ¿Cómo se mantenía en cambio el publicano? ¿Qué no se atrevía a hacer? ¿Qué hizo y dijo?         Lucas 18:13

 

  1. ¿Qué dijo Jesús acerca de los hombres santurrones y de los pecadores? Mateo 9:13

 

  1. ¿Cómo se irían a casa el fariseo y el publicano? Lucas 18:14

 

  1. ¿Cómo llegamos a ser santificados? Romanos 5:8-11

 

  1. ¿Qué le pasará al que se engrandezca y qué al que se humille? Lucas 18:14

 

  1. ¿Quién es el más grande entre ustedes? Mateo 23:11-12

 

Personal – ¿De qué modo te acercas al Señor? Examina tu vida de oración. ¿Qué le dices al Señor? ¿Cómo te comparas con los otros? ¿Cómo te ves realmente a tí mismo? Recuerda que Dios conoce los corazones (Lucas 16:15).

 

QUINTO DIA                                             LEE EL SALMO 34: 2-3, 17-19, 23

                                                               (“Cuando clama el justo, el Señor lo escucha.”)

Leé y medita el Salmo 34.

¿Qué te dice personalmente el Señor por medio de este Salmo?

 

¿Cómo puedes aplicar esto a tu vida diaria?

 

SEXTO DIA                                                  LEE TODO EL COMENTARIO

                                                                          ECLESIASTICO 35:12-14, 16-18

                Este pasaje señala que nuestro Dios no tiene favoritos. Su amor por el rico es el mismo que para el pobre. Es el mismo para el jóven que para el viejo, para el sano que para el enfermo. Su amor recae iqual en los justos que en los pecadores. Nuestro Dios no se deja sobornar bajo ninguna circunstancia. (Deuteronomio 10:17). Un Dios justo es aquel que nos ama por lo que somos no por lo que hacemos. El ama al débil y escucha el clamor del oprimido. Siempre responde cuando lo llamamos en nuestro apoyo.

                Nuestro llamado de ayuda nunca cae en oidos sordos (Juan 6:37). Debemos ser persistentes, como la viuda, con nuestras oraciones a nuestro amoroso Dios. Todas las peticiones de los que claman a Dios son oidas. El nos conoce a cada uno por nombre y nos conocía desde que fuimos formados en el vientre de nuestra madre (Salmo 139). Debemos responder a su atención con un corazón contrito y un espíritu humilde (Salmo 51). Muchas veces nos sentimos tentados a darnos por vencidos, olvidar nuestras peticiones y a enojarnos. Recordemos que tenemos un Dios cuyos caminos no son nuestros caminos.

                Nuestro Dios es un Dios justo y nos contestará a su debido tiempo y por lo tanto no debemos estar ansiosos (Filipenses 4:6,7), antes al contrario debemos alegrarnos y darle gracias y alabanzas. A un Dios justo le encanta traer la libertad y su justicia trae amor y paz. Reflexionemos en esta escritura y recordemos que el Dios de Justicia es un Dios de Amor y el Dios de Amor es Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.

                                                                                2 TIMOTEO 4:6-8, 16-18

                 Pablo exhorta a Timoteo a mantener activa su fe y a estar listo para asumir el papel de líder en vez de ser asistente. Pablo le dice a Timoteo que se le está acabando su tiempo y que pronto se irá al cielo. Pablo estaba enfrentando a la muerte del mismo modo que enfrentó a la vida en este mundo o sea con valor, dado por el Señor. Debemos preguntarnos algunas de las cosas que Pablo probablemente se preguntó. ¿Me está preparando la vida para la muerte? ¿Tengo la esperanza profunda de encontrarme con Cristo cuando muera?

                Podemos respirar con un poco más de tranquilidad ya que las “Buenas Nuevas” son de que la salvación no es nada más para gigantes espirituales como “Pablo,” “Moisés” o hasta Timoteo. Más bien es para los que confiesen con su labios y que crean con su corazón que Jesús es el Señor (Romanos 10:10). Pablo nos dió estas palabras de aliento para seguir adelante y continuar el buen combate. El quiere que nos entrenemos y nos hagamos mejores. No importa cuales sean las dificultades, siempre debemos recordar que el Espíritu que está dentro de nosotros es más grande que el de este mundo (1 Juan 4:4), y debemos seguir luchando y continuar con nuestra carrera.

                Nos daremos cuenta por completo, cuando finalmente estemos en casa en el cielo con nuestro maravilloso Señor Jesús de que el combate y la carrera valieron mucho la pena. Timoteo probablemente no se sentía tán fuerte teniendo a su líder en prisión y a su iglesia tambaleándose entre el agotamiento y la expansión. Debemos confiar en Jesús como lo hizo Pablo y nuestro Señor usará nuestros corazones arrepentidos de un modo extraordinario. Recordemos que Dios siempre nos dá la fuerza para hacer cualquier cosa que El nos pida y lo que nos ha pedido es ir adelante y predicar su palabra. El nos ha llamado y comisionado para evangelizar al mundo (Mateo 28:19).

                                                                                         LUCAS 18:9-14

                Este pasaje trata sobre la calidad de nuestra vida de oración y no de la cantidad. Cuando nos acercamos a orar ante Dios, la pregunta no es, “¿Soy tan bueno como los demás?” La pregunta es, “¿Soy tan bueno como Dios?” La verdadera oración solo puede venir de poner nuestras vidas junto a la vida de Dios. Haríamos bien en recordar que somos uno de la grán legión de una humanidad pecadora, que sufre y pena y que ocasionalmente nos arrodillamos ante el trono de la misericordia de Dios. Antes de poder decir “Estoy feliz de que no soy como el pomposo fariseo,” recordemos que ningún hombre orgulloso puede hacer oración. Se ha dicho que la puerta del cielo es tan baja que ninguno puede entrar a menos que lo haga de rodillas.

                En el evangelio de hoy vemos dos hombres orando en el templo. La gente que era muy devota se encontraba en el templo alrededor de las 9:00 a.m., al mediodía y a las 3:00 p.m. Estas eran las horas cuando la mayoría de la comunidad iba al templo. El relato habla únicamente de dos de ellos, uno altamente respetado como devoto de la iglesia llamado fariseo, el otro era un publicano con una posición social muy pobre. El publicano o recolector de impuestos era el símbolo de la deshonestidad, la mentira y las trampas. El fariseo empieza diciendole a Dios cuantas cosas ha hecho por El. El fariseo realmente no iba a orar; iba a informarle a Dios que el era muy bueno. El recolector de impuestos por el otro lado se quedó en la parte trasera del templo y ni siguiera levantaba sus ojos a Dios porque sabía que era un pecador. Su oración era muy sencilla y muy directa: “Oh, Dios ten misericordia de mí, soy un pecador.”

                No oremos como el fariseo, pues la santurronería es peligrosa. El orgullo lleva al pecado y el sueldo del pecado es la muerte (Romanos 6:23). La oración del publicano es la que debemos imitar pues Jesús escucha nuestro grito de arrepentimiento e inmerecimiento (Salmo 51:10). Llamémosle para que limpie nuestro corazón y nos dé un espíritu arrepentido y El lo hará. La oración es de dos personas – Dios y el hombre – diciéndose uno al otro cuanto se quieren entre sí. Dios te ama y quiere que seas piadoso.

Aplicación

                 La primera lectura nos habla de que Dios no tiene favoritos. La segunda lectura revela que debemos actualizar nuestro inventario espiritual frecuentemente. El evangelio muestra que la calidad de la vida de oración es mucho más importante que la cantidad.

                Pasemos un tiempo a solas con el Señor diariamente esta semana y escuchemos cuidadosamente Su plan para nuestra vida (Juan 10:10). Dios quiere que cada uno de nosotros tengamos una vida abundante en su gracia. Quiere que lo llamemos con sinceridad profunda y El nos sanará. Deja que tu familia vea que tienes una devota comunión con Dios.

 

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